top of page

LA FABRICA DE CERVEZA CALATRAVA

Sobre el siglo XII/XIII la orden religiosa y militar de caballeros de Calatrava, o Calatravos como se los denominaba, dominaba gran parte del centro-sur de la península ibérica.


Prueba de ello son la cantidad de pueblos que llevan el «apellido» Calatrava (Argamasilla de Calatrava, Moral de Calatrava, Calzada de Calatrava, etc…), la mayor parte de ellos en la actual provincia de Ciudad real. En casi todos ellos aparece en su escudo la cruz de la Orden.


Y por ello, este es el mejor nombre que se le podía poner a una cerveza elaborada en esas tierras.

Aproximadamente en los años 60 del pasado siglo, la cervecera Jienense El Alcazar S.A. compraba terrenos en C.Real y creaba una fábrica cervecera en esta localidad, llamándola CEMANSA , cuyo producto principal era la cerveza Calatrava.


Como imagen para las etiquetas de su producto local, optaron por poner la cruz de la Orden calatraveña, que en tantos escudos locales figuraba.


Por supuesto, en esa fábrica, también se elaboraba o distribuía la marca Alcazar, que no por menos era la propietaria.



Las cervezas venían embotelladas en formatos de 19cl (el famoso «biberón»), 33 cl y finalmente 100cl (la «litrona»).


Al principio las botellas venían litografiadas (la etiqueta era grabada y pintada en la botella) pero para abaratar costes, finalmente se optó por la etiqueta de papel, que duró hasta su extinción a eso de finales de los años 90 principios del 2000.






HISTORIA

En los primeros años 60 del siglo pasado, cuando el Consejo de Administración de S.A. El Alcázar aprobó la instalación y apertura de otra fábrica de cervezas en Ciudad Real. De esta forma es como se deciden a comprar un solar en la carretera que va de dicha capital a Toledo, a tan solo dos kilómetros, por la izquierda, pasado el carreterín de La Atalaya. Se funda por tanto en 1961 la sociedad Cervecera Manchega, S.A. (CEMANSA) con un capital de 10.000.000 pesetas, e igual equipo de consejeros que la empresa jiennense y se pone en marcha dos años después. Según un anuncio del periódico Lanza, de fecha 26 de junio de 1963, el domicilio que figura de la nueva empresa se encontraba en la calle Alfonso X el Sabio, número 2, piso primero, donde admitían solicitudes de personal; edad mínima 23 años y libre del Servicio Militar; precisaban inspectores de ventas, conductores y personal para fábrica, teniendo éstos que saber leer y escribir, más las cuatro reglas, preferiblemente con profesión en oficios. Estas solicitudes debían ser escritas de puño y letra del interesado, entregándolas personalmente en las oficinas del citado domicilio. Con buen ojo comercial, se optó por elegir un símbolo muy relacionado con los campos manchegos; igual hicieron otras empresas españolas de cervezas, asociando sus marcas a monumentos internacionales o locales: cerveza Mezquita, de Córdoba; cerveza Alhambra, de Granada, o cerveza La Cruz del Campo, S.A. de Sevilla. Además se tuvo en cuenta que numerosos pueblos de la provincia de Ciudad Real llevan también Calatrava en su toponimia, e incluso alguno igualmente en la cercana provincia de Jaén. La Orden de Calatrava fue muy importante en la reconquista de Andalucía, y en su zona norte de implantó con mucha fuerza una vez superada la batalla de las Navas de Tolosa. En definitiva se asumió como marca la Cruz flordelisada de Calatrava, que para los cristianos tiene un doble sentido: la cruz representa a Cristo, y los extremos acabados en flor de lis representan a María Santísima.



En esos años del resurgir económico español, las empresas cerveceras empezaron a utilizar botellas en vidrio de color topacio; se evitaba así los perjuicios del sol sobre la cerveza, y los nuevos modelos llevaron sus textos legales de forma pirograbada (grabado de pintura –blanca- cuando las botellas salen del horno al rojo vivo) Los modelos tenían la capacidad habitual en el mercado: quinto de 20 cl., tercio de 33 cl., y con el tiempo llegaría el litro con 100 cl. Las primeras cajas, según he podido encontrar en casas de subasta para coleccionistas, eran de madera; y se distribuían los quintos por 30 unidades, los tercios mediante 24 botellas, y los litros en cajas de 12 botellas; en una de ellas he visto un sello de fábrica: INMADE envases Madrid-La Roda, marzo de 1972. Poco después, CEMANSA se vería forzada a cambiar todas sus cajas por los modelos de plástico; resistentes y de más fácil limpieza. Pasados cuatro años -encuentro amplia noticia en el periódico Lanza- de fecha 11 de junio de 1968, relatando en dicho medio algunos resultados obtenidos por la cerveza Calatrava. Con la moderna factoría de la Cervecera Manchega, S.A, se había iniciado la tan anhelada transformación de la capital de provincia, de su ambiente agropecuario y de funcionarismo, que ojalá revitalizarían a Ciudad Real, aumentando los puestos de trabajo y por ende su número de habitantes. Habían influido dos factores, la abundancia de primeras materias de la región manchega y la estratégica situación en el centro de una amplia zona de consumo. La inauguración oficial de la fábrica de cervezas tuvo lugar el 14 de mayo de 1964, víspera de la fiesta de San Isidro, Patrón del campo español, pues por las características de la nueva industria se suponía que iba a repercutir, en gran parte, en beneficio de los agricultores de la provincia. Ese día de la inauguración, con presencia de autoridades civiles, religiosas, empleados y familiares, se notaba la satisfacción de todos los presentes porque se había alcanzado el propósito de crear una industria de porte moderno, que redundaría en beneficios innegables para la provincia y más concretamente para la capital. Era evidente que un gran número de trabajadores habían sido los primeros y más directos beneficiarios de esta industrialización, al encontrar una ocupación permanente, así como la repercusión lógica en el comercio y talleres de Ciudad Real. En los cuatro años que menciona el periódico Lanza antes citado, la cerveza Calatrava había paseado el nombre de la Mancha y de esta provincia por gran parte de la geografía española. Los vinos daban justo nombre a las bebidas de la tierra; entonces estaba sucediendo lo propio con la cerveza dorada y fresca, tan apetecible por el buen consumidor, figurando estaba mereciendo la aceptación en grandes zonas de regiones próximas y logrando un mercado que realmente no se esperaba adquiriese tanta importancia, pues se sabía difícil la introducción de una nueva marca –sea la que fuere- donde había de competir con otras de indudable renombre. Pero también era evidente –decía el redactor del periódico Lanza- que la calidad terminaría por imponerse; añadiendo: la calidad y un poco también, qué caramba, el regionalismo.



Todo lo anteriormente citado del periódico Lanza, se intuye como una propaganda de cerveza para los lectores de dicha publicación. Se trataba de mantener, fuera como fuera, el aliciente de que aquella industria tenía razón de ser en Ciudad Real. Lógicamente se imponían innovaciones en el diseño de productos, cuando las demás cerveceras españolas empezaron a cambiar las botellas serigrafiadas, por otras anónimas donde se anunciaba el contenido mediante la correspondiente etiqueta. Esto supuso para Calatrava deshacerse de miles de botellas con destino a la fundición del vidrio, y la compra de nuevas. Lo mismo debió ocurrir respecto a desechar cajas de madera, por otras más novedosas y atractivas en plástico. Es decir, sin tener en cuenta renovación de maquinaria, ampliación de instalaciones, etc., se requería una inversión multimillonaria cuando llegaron los años 70. Después de sucesivos años de pérdidas, los accionistas optaron por fusionar Calatrava con S.A. El Alcázar, con tal de compensar los beneficios que daba la factoría jiennense con las pérdidas originadas en la cervecera manchega. Se beneficiaron así de unas ventajas fiscales que amparaba la Orden Ministerial de 5 de abril de 1965, además sin menoscabar el fomento de ahorros por costes derivados al unificar funciones, racionalizar procesos, programando de forma conjunta y unitaria las acciones comerciales. Es pues en la fecha del 31 de diciembre de 1970 cuando se produjo la fusión por absorción de Cervecera Manchega, S.A., por parte de S.A. El Alcázar; dicho acto no produjo ninguna alteración en el capital social de la absorbente, pues con mucha anterioridad ya poseía la totalidad del capital social de la empresa absorbida.


Hasta finales de diciembre de 1970, en la parte posterior de botellas y botellines de la citada marca cervecera se mantuvo la leyenda: “Cervezas fabricadas por CEMANSA” Una vez concluida la fusión con la fábrica de Jaén, empezó a aparecer, enero de 1971, en la parte trasera de cada envase de vidrio: “Cervezas fabricadas por S.A. El Alcázar” Eran, por decirlo así, las bases donde se empezó a escribirse la crónica de una muerte anunciada.




Respecto a la parte social, a la masa de trabajadores que sostiene cualquier fábrica pura y dura, en 1978 encuentro un decreto de Presidencia de Gobierno, remitido por la Oficina Delegada de Depósitos de Estatutos de Organizaciones Profesionales de Ciudad Real. En el mismo se hace constar que el 11 de abril de 1978 se habían depositado -como marcaban aquellos nuevos tiempos de la Transición- los Estatutos de la Organización Profesional denominada: Asociación Independiente de Trabajadores Cerveza Calatrava, S.A. El Alcázar, cuyo ámbito territorial eran sus respectivas provincias y en el ámbito profesional lo formaban todos sus trabajadores. A finales de 1987, cerveza Calatrava ya preparaba el 25 Aniversario que cumpliría al año siguiente. Me viene la referencia por la hemeroteca digital del periódico Lanza, en cuyo número de 30 de diciembre destaca la noticia de las buenas perspectivas que tenía la cervecera manchega. En el destacado menciona: Cerveza El Alcázar y Calatrava, con factorías en Jaén y Ciudad Real, se prepara para celebrar el aniversario con provechosas posiciones para el sector y las citadas marcas; era un mensaje que manifestaban sus directivos para tranquilizar, especialmente, al personal de la antigua CEMANSA. Destacaba dicha noticia que el sector cervecero se estaba preparando, para que la plena integración de España en Europa no le cogiera desprevenido. Por ese motivo se habían producido entonces integraciones como la de El Alcázar y Calatrava dentro del Grupo Cruzcampo. Se quería lograr para la fábrica de Jaén una producción de 120 millones de litros de cerveza, como objetivo para el año 1990. “La fábrica de Ciudad Real también será potenciada, porque queremos que contribuya al desarrollo de su provincia” señalaba un directivo jiennense. En sus palabras las perspectivas eran buenas, por tratarse de un producto “natural” y una bebida “europea”, cifrando en un 6% el crecimiento de las ventas del sector cervecero español. Sin embargo, según el testimonio que he podido recoger, todas las buenas perspectivas citadas se vieron truncadas por una inesperada contingencia: la calidad del agua suministrada a la fábrica de Calatrava sufrió una pérdida de propiedades y la cerveza resultante se perjudicó también en su composición, sabor y color. Evidentemente esto provocó una masiva devolución de cajas y barriles, por parte de los clientes a sus distribuidores, a la propia fábrica, sin que los responsables comerciales y técnicos en esos años 80-90 supieran gestionar debidamente la devolución de tantos envases, cajas y barriles, para su reposición mediante otros con la cerveza ya en calidad óptima.


Mediante arreglos legales, se siguió manteniendo la producción en Cerveza Calatrava. Tanto es así que las buenas relaciones sociales entre trabajadores y empresa, se siguieron manteniendo con toda normalidad. Prueba de ello es otro destacado en la prensa local donde se comenta el Día de Reyes, de enero de 1988; una vez más la fábrica hizo pasar un rato feliz a los niños en un acto social y solidario, tal como caracterizaba a la desaparecida empresa dentro de su geografía provincial. Felicitaban a la dirección por el detalle de acordarse, como cada año, de los hijos de los trabajadores cuando llega una fecha tan entrañable. Los niños recibieron sus juguetes con alegría, previa degustación de exquisitas migas, churros y chocolate para todo el colectivo de trabajadores y amigos que se encontraron presentes. En 1990 el Instituto para la Mediana y Pequeña Empresa (IMPI) publicaba a principios de esa década, en colaboración con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, un estudio que recogía de forma sucinta las principales empresas de cada localidad, con indicación de su actividad y volumen de negocio según unos márgenes establecidos a modo de orientación. Dicho estudio oficial señalaba la existencia de 73 industrias en Ciudad Real, con diferente volumen de negocio y actividad. En la publicación que puedo repasar por la Red, sus autores han escogido 12 de las más significativas; las cifras podían dar una idea de la realidad del sector en aquel preciso momento. En dicho rol, El Alcázar figuraba en el puesto 6º con un volumen en millones de pesetas entre 500 - 750, lo que hoy se podría considerar por volumen de facturación en millones de euros entre 3 - 4,5 millones de euros. Se hacía constar igualmente que la desaparecida empresa también fabricaba malta, lúpulo y los ingredientes necesarios para producción de cerveza. La entrada de España en la C.E.E., había posibilitado la integración de las dos marcas citadas en la empresa cervecera más importante entonces de toda Andalucía, el Grupo Cruzcampo, que a su vez fue adquirido en 1991 por la multinacional Guinness. Al poco tiempo, en 1993 cerveza Calatrava deja de producir y pasa a ser un mero centro de distribución, desapareciendo también jurídicamente S.A. El Alcázar. Jubilaciones, prejubilaciones y bajas incentivadas, posibilitan la reducción de plantillas; también muchos empleados de Ciudad Real optaron por cambiar su puesto a otro similar en la cervecera jiennense. Tampoco se iba a librar la firma irlandesa pues es adquirida por su paisana Diageo, una compañía líder mundial en el segmento de bebidas alcohólicas. Esta nueva propiedad también decide desprenderse de las cerveceras más pequeñas y pasa el Grupo Cruzcampo, en 1999, a ser propiedad de la holandesa Heineken. Se crea de esta forma la nueva sociedad mercantil Heineken España, S.A., con domicilio central en Sevilla, y bajo su control ya estaban las fábricas que habían sido anteriormente propiedad de S.A. El Águila.


Dada la concentración de fábricas que contaba Heineken, en 2007 han de cumplir una sentencia del Tribunal para la Defensa de la Competencia, indicando en su resolución que no podía prevalecer con ese predominio en el mercado cervecero español; le daba a elegir entre vender la moderna fábrica de Jaén o nada más que la marca jiennense. Heineken optó por la segunda exigencia y el nuevo dueño de la marca (no de la fábrica) sería la sociedad de inversión Ibersuizas a través de su filial Barlett Capital, tras comprarla por 10 millones de euros. A pesar de la venta, la producción de esta cerveza se seguiría llevando a cabo en la misma fábrica jiennense. Heineken lanzaría de nuevo al mercado la Cruzcampo Especial, renovado diseño, esmerado cocimiento, cuidada fermentación, producida también en Jaén para toda España y así rellenar el hueco dejado por la marca Alcázar. Ya en los últimos puntos de esta crónica, he seguido el ejemplo de otros investigadores respecto a utilizar los archivos digitales del Boletín de la Propiedad Industrial. Por éste, he conocido que si bien Calatrava dejó de existir, como fábrica, no ocurrió lo mismo con sus diferentes nombres comercial pues las etiquetas Calatrava Pilsen, Calatrava Golden y la propia marca Calatrava, pasaron en 2001 a depender de Plataforma Continental, S.L., una sociedad cervecera íntegramente participada S.A. Damm y con fábrica en Madrid. Una marca tan consolidada en su región, Calatrava y Ciudad Real, fue a situarse como otras tantas marcas acreditadas de nuestro panorama cervecero en ese otro sector conocido por marcas blancas. Así ocurrió con La Estrella del Sur, en Sevilla; La Cruz Blanca, de la antigua Unión Cervecera; Skol, Victoria, El Turia, Keler, que terminaron siendo propiedad de S.A. Damm; y tantas otras más bien diferentes, en virtud de los grandes intereses financieros globales. Marcas tan señeras, y de hondas raíces locales, incluso a nivel de todo el territorito español, seguirán en activo mientras las recordemos. Y de eso saben mucho los estudios comerciales que siguen en vigor, dentro de nuestro sector de alimentación; aunque en el camino se quedaran numerosas empresas, y multitud de empleados, obreros, técnicos o administrativos, que trabajaron en las mismas con toda pasión a sabiendas de que hacían buenas cervezas.




Fuente:

Pedro Miguel Ortega Martínez (Revista Digital de Castilla y León)

https://catandobirras.com/cerveza-calatrava-la-cerveza-de-la-mancha/

Comments


bottom of page